El
crecimiento de la producción agrícola que vivió el país entre 1935 y 1965 logró
superar el crecimiento de la población. Esto le permitió a México alcanzar la autosuficiencia
alimentaria.
Hoy
la realidad es otra…el campo no es productivo, no es rentable, salvo el caso de
las grandes empresas agroindustriales por lo general ligadas a corporaciones
internacionales. La crisis del sector agropecuario amenaza con desbordarse y
llegar a conflictos sociales de gran envergadura y con altos riesgos para la
estabilidad de México.
El campo dejó de ser productivo a
causa del paternalismo gubernamental que
de la mano de la corrupción e inoperancia
burocrática y la incapacidad técnica para dar respuestas efectivas a las
verdaderas necesidades de los campesinos y agricultores en lo relacionado a
investigación, educación, asistencia, capacitación, comercialización; aunado
todo esto a la politización de las organizaciones de productores, genero
la ilusión de la modernización de la
agricultura, bajo los argumentos de más insumos, precios de garantías fuera de
la realidad y más producción aunque solo fuera en las estadísticas, lo que
llevo al estado de pobreza y miseria en que se debaten ahora al menos 30
millones de mexicanos que sobreviven en las zonas rurales de nuestro país.
El paternalismo se manifiesta en que la gente se acostumbró a
recibir a manos llenas, de manera fácil, y por lo tanto no cuidaron nada. Se politizó al campo de forma irresponsable,
no para producir, sino para corromper a los lideres de las organizaciones
campesinas y enriquecer a los funcionarios bancarios y de aseguradoras que
interactuaban en el sector agropecuario, generándose una subcultura de la
improductividad y la corrupción que incluso a sido heredada a los jóvenes,
quienes hoy tienen como únicas opciones emigrar o emplearse en actividades
ajenas al campo.
Lo grave es que hasta hoy no se ve como pueda revertir todo esto.
El caso de Tabasco es un ejemplo de cómo a los gobiernos estatales no les
importa reactivar y apoyar el campo y prefieren dar prioridad a otros rubros
que de por si no son productivos… durante el 2009 no se ejerció el presupuesto
destinado al agro tabasqueño de más de 400 millones de pesos, por el hecho de
que el Ejecutivo Estatal no aporto lo que le correspondía dentro del convenio
signado con la SAGARPA a inicios de año. Esto derivo en que se tuvieron que
regresar los casi 300 millones de pesos que
se habían destinado al campo tabasqueño para financiamiento de proyectos
productivos y el desarrollo rural, por parte de la Federación.
El reflejo de la grave crisis del modelo económico y de producción
agrícola del país y de la vulnerabilidad de depender en gran medida de las
importaciones de alimentos y granos básicos, se manifiesta en que desde hace
más de tres décadas ya no somos capaces de satisfacer el abasto de los tres
principales productos que componen la base de la pirámide alimenticia mexicana:
maíz, trigo y arroz.
Hoy tenemos que importar,
para satisfacer el consumo nacional, 50.2 de cada 100 kilogramos de trigo que
se consume al año. Se compra al exterior 23.6 de cada 100 kilogramos de maíz
que necesitamos y también se importa 75 de cada 100 kilogramos de arroz que se
consume al año.
Lo anterior son datos contundentes contenidos en un estudio de la
Unidad de Tendencias Globales del Grupo Financiero Español BBVA BANCOMER que
ratifica que la producción de alimentos en México esta estancada desde los años
70 del siglo pasado.
Otro dato por demás preocupante que arroja dicho estudio es que en
un país como México, con 105 millones de habitantes, 76 % de ellos viven en
ciudades, es decir, no producen alimentos.
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